Editorial Vol. 4 Mayo Noviembre 2020

Presidente actual Asociación Colombiana de Cirugía Vascular y Angiología

Teniendo en cuenta la coyuntura actual que nos aleja de los pacientes, eleva los niveles de incertidumbre, genera un acercamiento con los colegas y familias, una reinvención en nuestras practicas y un mayor nivel de ansiedad, quiero dirigirme a ustedes con el sentir de haber tomado la dirección de un barco hace pocas semanas, sin imaginarme el inmenso reto que esto traería y la responsabilidad que traerian estos nuevos vientos.

La fluidez con que obtenemos información académica nunca ha mostrado una mayor interactividad ni una mayor disponibilidad de tiempo para analizarla y revisarla lejos de la protocolaria revisión de pares y procesos que tradicionalmente acompañan el análisis científico. La humanidad nunca antes había enfrentado (al menos eso creemos) la posibilidad real de ser diezmada por un enemigo invisible haciéndonos ver factible un escenario de extinción que nos ha llevado a lo que considero es una elevación de conciencia, proceso tal que no es atraumático y que como todos los saltos evolutivos requieren de un remezón en los cimientos, en este caso de la civilización, que nos enfrentan a mirar el reflejo de lo que somos como humanidad frente a una rápida resiliencia de la naturaleza. La fragilidad del ser humano es una lección de humildad frente a un escenario mucho más grande; nada nos pudo haber preparado para este momento ni los recuentos históricos de pandemias, ni las previsiones hechas por visionarios políticos o científicos, cualquier medida actual que se esté tomando parece pequeña en comparación a lo que con el “retroscopio” deberíamos haber hecho.

Sin embargo, la preparación y exigencia en el ámbito de la investigación es mínimo, la mayoría de las veces, enfocando al estudiante a cumplir el requisito de grado o la presentación en los congresos o simposios de cualquier forma, con poco o ningún incentivo para la publicación.

El escenario mediante el cual nos vemos obligados a encerrarnos y como profesionales médicos sabemos lo que nos viene semanas adelante, crea una atmósfera en nuestros corazones que intentamos camuflar lo mejor posible ante nuestras casas y solamente realizamos la catarsis necesaria mediante breves comunicaciones clandestinas con nuestros colegas. Es factible que en la calidad de supra especialistas nos veamos ante la posibilidad de realizar consultas de triage, asistencia en ventilación mecánica en unidades de cuidado intensivo o demás prácticas propias de la pandemia con las cuales ya no estamos familiarizados y nos toca ponernos al día de una manera expedita.

Sí a todo esto le sumamos los continuos timonazos de pautas que los legisladores de ciudades, provincias, estados, y organismos supranacionales, nos hacen un llamamiento al sentido común. El violento aluvion de informacion, nos esta llevando a elevar los niveles de protección personal, que debe tambien ir acompañada por una estabilidad laboral, seguridad familiar ante eventualidades y tranquilidad financiera que de seguro serán garantes de un devenir profesional acorde con el momento y con nuestro deber social.

Éste actuar no es libre de angustias, no hay una receta que en el momento se nos prescriba para quienes 1 tenemos que cuidar a los demás, hay que cuidarnos para poder cuidar. También hay que anotar que el momento histórico que estamos viviendo como gremio finalmente nos reivindica ante una sociedad tradicionalmente anestesiada, que nos demanda actuares debido a nuestro papel en la prestación de este servicio fundamental, olvidando la humanidad lo que hay detrás de nuestras batas blancas. Es así como las grandes vanidades y futilidades del mundo moderno quedan en evidencia al buscar el amparo de los únicos que podríamos salvarlos. Se nos abre aca por lo tanto una ventana de exigir las condiciones laborales, académicas y sociales, que merecemos.

En este número hemos querido incluir las experiencias de otros colegas del mundo que están pasando por el mismo camino que tendremos que transcurrir en los próximos días. Sus experiencias buenas y malas que deben ser tenidas en cuenta por nosotros para poder salir victoriosos una vez pase la tormenta, con los aprendizajes necesarios para ser mejores personas para merecernos este planeta.